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Cuentos del geriátrico
Blog de robotina8

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01 de Noviembre, 2009 · General

Cuentos del griátrico

CUENTOS DEL GERIATRICO

El HOGAR

 

    Desde la calle no aparentaba ser un “Hogar”. Se veía una verja muy alta y detrás de ella  un parque con grandes árboles.  Una vereda conducía a la galería de cuatro enormes columnas blancas. La casona aunque antigua se veía recién pintada. En el parque que parecía que rodeaba la casa, había bancos. Pero las apariencias engañan, porque detrás de la casa, había sí, más parque, pero también había varios pabellones con rejas en las ventanas y algunos estaban cercados.

     En este parque se reunían los días soleados los habitantes de este Hogar. Hombres y mujeres de mayores a muy ancianos. Todas estas vidas privadas resumidas ahora en una cama y una cómoda, vibraban con sus recuerdos a veces inconfesables, otras con una gran necesidad de volcarlos en palabras, contárselos a alguien que quizás ni los escuche encerrado en su propio mundo, en sus propios recuerdos.

     Los recuerdos no siempre veraces, cambiaban según la emoción del momento, se adornaban para bien o para mal.

     Un grupo de mujeres había decidido contar sus cuitas reuniéndose todas las tardes bajo un enorme nogal si el tiempo lo permitía y si no, lo más cerca posible de la gran estufa de la sala de estar. Amontonaban bancos y sillas, juntaban sus cabezas algunas blancas, otras grises, una que otra teñida de indefinido color, adornadas con hebillas, peinetas, ruleros y pañuelos; se oía como un chismorreo de barrio, un susurro y de pronto el corro estallaba en carcajadas o el silencio y alguna lágrima terminaban el cuento.

 

 

 

 

El remedio para la gorda

 

¿Che, qué están haciendo subidas al cerco, están locas ?

Cállate Tere, que nos van a descubrir. Estamos viendo que pasa con la gorda Dominga que está gritando y chillando como una loca. Parece que le tienen que dar la pastilla de las 11 y ella grita que la quieren envenenar y cierra la boca con todas sus fuerzas...

Y mirá que tiene fuerzas la Dominga. ¿Cuánto pesará ?

Yo creo que debe andar en los 120 kilos.

A lo mejor más, porque mirá que es alta, como de 1 metro 80.

Shhhh... cállense, a ver si nos ve la Dire. Va a empezar a los gritos: que si nos caemos ella no se va a hacer cargo...

Bah, como siempre, puro grito, después nos trae caramelos.

Oy Dios... ¿Que pasó?  ¿Que fue ese ruido?  ¡Dejame ver, yo también me quiero subir!

Vos sí que estás loca, con tu Parkinson si te subís nos vas a matar a todas.

Esperate que me bajo y te cuento.

Che, a ver si te rompés una pata.

¡Pata tienen los animales, que te creés vos!

No, si vos debes tener alas de mariposa.

Basta, no peleen más! Ya les cuento. Ustedes saben que la Dominga es muy grande, gorda y media loca, por eso está en ese pabellón. Los hijos que no podían con ella la internaron aquí. La quieren mucho, hasta le hicieron una silla especial, esa silla grandota de madera, porque las otras sillas comunes se rompían cuando se sentaba. Esa silla entre Marta y Raquel , cuando hay sol la sacan al patio de atrás. Y allí estaba la Dominga sentada a las 11 cuando le tocó tomar la pastilla. Je..Je... Ella dijo que no. Que era veneno... y tanto cerró la boca que Marta se enojó y se trepó encima suyo por delante, mientras que la pobre Raquel por atrás trataba de taparle la nariz. Cuanto más cerraba la boca más se enojaba Marta y con tanto forcejeo: que para atrás, que para adelante.... pataplúm...! Marta, Raquel, la silla y la gorda se fueron al suelo...

¡Ah... por eso la gorda está gritando que la quieren asesinar...!

 

¡ Qué hacen ustedes ahí subidas al cantero ! Ya saben que no las quiero ver por este lado del parque...!

Está bien Dire no nos grite más, ya nos vamos... Vamos chicas que les cuento otro cuentito, había una vez una directora que era muy gritona, pero era pura espuma...

 

 

 

 

 

           

 

 

LA DULCE VIEJECITA

 

            En un rincón del parque, allí adonde hacía ángulo la verja con la pared lindera, había un trocito de tierra que separada de los arbustos de flores estaba cultivada. Se veían pequeñas eras con perejil, ajos, acelga y algo que parecía plantitas de tomate. Estaba cercado con ramitas entrelazadas y la dueña de ese sembradío era Antoñita , una viejita algo encorvada, pequeña y siempre vestida de negro. Se la podía ver con una palita sacando los yuyos o mojando sus plantitas con una regadera.

            Una mañana Frida, la cocinera se quedó sin perejil y le dijo a Bety , su ayudante que le pidiera un poco a Toñita . Bety era una chica joven a la que Dios hizo diferente y que pagaba parte de su pensión ayudando en la cocina.

Al pasar Bety cerca del “corro” que ya estaba tomando su solcito matinal se le escapó una protesta: Esta vieja me va a sacar volando...

            Lidia era nueva en el Hogar y extrañada preguntó: Yo sé que cada una de nosotras tenemos nuestros problemas y por eso estamos acá , ¿pero a Toñita que es tan buena y dulce porqué la internaron? ¿ Nunca viene nadie a visitarla, no tiene familia?

            Toñita tiene un montón de familiares, hace treinta años que murió el “Nono” , su marido. Es viuda, pero con muchos hijos, nietos y hasta biznietos. Una vez por mes vienen en tropel a pagar la pensión; la besan todos , la abrazan y luego se van.

            ¿Y por que está aquí si la quieren tanto?

            ¿Porqué?. Un día la llevaron a visitar a una de sus nietas que tuvo una hermosa nena. La subieron hasta el séptimo piso y allí improvisaron una pequeña fiesta todos contentos, las familias italianas saben ser felices y saben disfrutarlo. La beba lloraba en el otro cuarto. La mamá se levantó tranquila para darle de mamar cuando de pronto la Bebé dejó de llorar. Se miraron todos como en un presagio, la abuela no estaba. Corrieron al dormitorio y allí estaba la dulce viejecita tratando de pasar por el hueco de la ventana a la nena , quería tirarla a la calle. Llegaron a tiempo y cuando le preguntaron ¿porqué?..! La contestación fue simple: - lloraba tanto que no dejaba dormir al “Nono” que trabaja de noche.-

 

 

 

EL CLUB DE LOS JUBILADOS

  

   —¿Chicas alguna de ustedes fue socia de algún club de jubilados?—

          Cuando murió mi marido no sabía que hacer, estaba perdida y todos me aconsejaron que me hiciera socia del club de jubilados que funcionaba cerca de mi casa.—

    ¿Y fuiste? —

          Bueno como ir...fui .Junté coraje y me animé a entrar, busqué la secretaría adonde un señor mayor me tomó los datos e insistentemente me preguntó que me gustaba hacer.

En ese momento lo único que me hubiera gustado hacer era irme de allí, así que viendo un cartel con las actividades del club dije al azar “sé jugar al ajedrez”. El anfitrión muy amablemente me condujo hasta un enorme salón con piso de cemento que estaba dividido en dos partes por un pasillo central , había mesas y bancos en los dos lados que estaban ocupados con personas entretenidas en distintos juegos . Cuando entré todos levantaron curiosos la cabeza para mirarme; yo me quería morir de la vergüenza y cuando me compuse y  girando la vista abarqué el panorama vi con asombro que del lado izquierdo estaban todos lo hombres jugando a las cartas y del lado derecho estaban las mujeres.

—Las nenas con las nenas y los nenes con los nenes...ja ..ja...ja...—

—Pero también había una especie de división entre ellas: en la primera sección estaban las mujeres con batones tomando mate y jugando a la escoba de quince y mas allá las de blusones con grandes hombreras jugando a la canasta. Para que reaccionara el amable anfitrión me dio un golpecito en la espalda y me dijo : “tiene suerte hoy vino el profesor de ajedrez” y me llevó directamente al sector de los hombres perseguida por las risitas de las de batón y las miradas asesinas de las de hombreras.

Allí me presento al grupo de hombres que estaban reunidos frente a los tableros de ajedrez y empezaron junto con el tuteo canchero las preguntas: “¿cómo te llamás?...Ah.. como Helena de Troya ....” y cuando ya le iba a incrustar un tablero en la cabeza al que me preguntó la edad, se desocupó el profesor y empezó la partida conmigo. También empezó el calvario con esa sarta de estúpidos sabelotodos. Cada movimiento mío era un comentario de alguno de los galanes seniles: “¡No...! no muevas ese caballo mové el peón  porque....”.De nada valía que les dijera que mi padre me había enseñado que al ajedrez se jugaba en silencio, ellos seguían con sus consejos de sabihondos y comentarios sarcásticos dándose codazos y distrayéndome. Coloqué cualquier pieza en cualquier lugar para terminar la partida y allí llegó el colmo. El profesor me dio la mano y me dijo estas lapidarias palabras: “ la felicito, al fin encontré una mujer que piensa”.

—¿Y vos que le contestaste?—

—Si le hubiera contestado lo que merecía me hubieran llevado presa. Busqué la salida y ya en la calle aspiré el aire puro y fresco y empecé a caminar hasta que vi un cartel que decía “CLASES DE COMPUTACIÓN”, entré y me anoté en dos cursos.—

 

 

 

 

 

El Concurso de La Cuna Robada

   — Vieron que no era tan linda la que eligieron como “ Miss Mundo “? —

   —Y ustedes como lo saben si terminó como a las doce y nos apagan la televisión a las diez ? —

   — Porque nos metimos en la pieza de Marta y nos dejó verla a escondidas. —

   — ¿Pero estos concursos serán de verdad? -

   — ¡Yo estuve en un concurso! —

   — ¡Quien vos??... Que mentirosa que sos. —

   — No soy ninguna mentirosa. Cuando tenía quince años, un día vino a mi casa Conce, la amiga de mi mamá que era una fanática del cine y de la radio. Venía toda alborotada porque en la revista Radiomundo salió un concurso para elegir una jovencita ingenua para actuar en la película “La cuna robada” y ella muy campante me anotó, mandó la ficha con mis datos y le había llegado la carta con la entrada para el Cineteatro Gran Ocean  para que me presente al concurso. El gran periodista y conductor Paz de la Cruz lo había organizado. El y su secretaria Penny firmaban la entrada.

Se imaginan las corridas, la ropa, el peinado, quién me iba a acompañar, y yo en medio de todo esto con un susto bárbaro; encima tenía que aprender una poesía porque como no tenía ni oído ni voz para cantar y bailar menos, porque era más dura que el palo de la escoba y era imprescindible mostrar alguna habilidad me tocó aprender un verso. El verso elegido fue “ Sesenta balcones y ninguna flor “ que es largo...largo...y mi memoria corta...corta...( no recordaba ni el número de la casa de mi abuela ), pero mi madre y Conce insistían...insistían...

   Al fin llegó el día del concurso. Me enchufaron una especie de blusa de lana de angora que había tejido mi mamá, un jumper que me hizo Conce y un bolero de piel de lutre hecho de un sacón de mi mamá.

   Hacía frío pero yo entre los nervios, la alérgica picazón de la lana de angora y creo que en esa época no se usaba desodorante, solo agua y jabón, me moría de calor y ya antes de llegar al teatro estaba toda traspirada y con unas ganas bárbaras de rascarme.

   Hicimos la cola para entrar, la cola para subir al pullman, pues nos tocó arriba. Había miles y miles de chicas, la platea se veía llena. Cuánto gasto en ropa, en peluquería, en perfume, a mí me peinó Conce que me hizo una colita de niña ingenua.

   El telón estaba corrido se veía al costado izquierdo del escenario un escritorio y varias sillas.

   En el medio de la platea había una chica bellísima que se parecía a Heddi Lamarr, todas cuchicheábamos sobre ella, pero no nos parecía que diera la ingenua que pedían.

    Al fin apareció Paz de la Cruz con su comitiva y comenzó el desfile de chicas que iban subiendo al escenario por una escalerita al costado de la platea. Casi me arrodillo para dar gracias a Dios porque sólo pasaban en fila frente al escritorio y no tenían que decir nada, ningún baile, canto o sesenta balcones sin flores.

   Se vació la platea y nos tocó a nosotras, las del pullman. Estaba tan nerviosa que tropecé en la escalera y pasé temblando frente al escritorio y otra vez di gracias a Dios porque Paz de la Cruz ni me vio porque en ese momento estaba charlando con Penny.

   Conce ya estaba afuera cuando salí y me preguntó ansiosa ¿y a vos te llamó, te pidió los datos? Je...Je... el concurso de ingenua lo tenía que haber ganado ella. —

   — ¿Y quién ganó el concurso?? —

   — La semana siguiente cuando salió Radiomundo nos enteramos que la ganadora se llamada Eliana Komer... pero recién después que la eligió se enteró Paz de la Cruz que era la  hermana menor de su secretaria Penny. ¿Qué raro no?? —

   — Cuantas ingenuas cayeron en esa Cuna Robada ¿no...? —

 

 

 

MI MAMA LA BAÑADORA DE BOMBONES

 

            Hoy las mujeres trabajan de cualquier cosa, compiten con los hombres. Antes no existía esta competencia.

            Pero yo te hablo de cuando las mujeres lo único que podían ser eran obreras o sirvientas.

            Y la discusión seguía elevando su tono.

 Y sí, mi mamá limpiaba y como la “señora”  la hacía entrar temprano nos teníamos que levantar mis hermanos y yo a las 6, y a las 7 mi mamá nos dejaba en la puerta del colegio. Teníamos que esperar  a que llegara la portera para poder entrar. A veces en invierno nos congelábamos de frío y nos abrazábamos tiritando; parecía que no pasaba el tiempo. Nos poníamos a saltar cuando aclaraba, porque vos sabés  a esa hora todavía era de noche.

            Se hizo un silencio, y de pronto Elsa gritó: ¡Mi mamá era bañadora de bombones!

            ¿Qué...???  ¿Y eso qué es ?...

            Mi mamá trabajaba en la fábrica Bonafide y era bañadora de bombones; Tenía que bañar en chocolate cada bombón, uno por uno y ponerlos en una bandeja para que se orearan.

             Que bárbaro... qué lindo! Y vos fuiste alguna vez a la fábrica?

            Sí, todos los días porque había un cocinero alemán que preparaba la comida para los obreros y a eso de las 11 de la mañana caminaba las seis cuadras hasta la fábrica balanceando la “vianda” ese aparato que sostiene tres platos superpuestos y el último hace de tapa, balanceándolos a la ida, porque a la vuelta los traía bien derechitos desde que desparramé lentejas por toda la cuadra.. Cuando llegaba a la cocina de la fábrica pasando primero por un enorme portón rojo que tenía abierta una puerta chiquita, el cocinero me sacaba corriendo de la cocina y me mandaba con mi mamá. Lo que más recuerdo es ese  maravilloso olor a chocolate que llenaba todo el ambiente. Mi mamá y sus compañeras usaban unos delantales blancos y unas cofias tapando sus cabellos. Mi cabeza apenas llegaba a esas largas mesas llenas de esas delicias; había bombones de nugat, de fruta de praliné, pero lo máximo eran esos enormes redondeles de chocolate que adentro tenían una uva nadando en licor. Apenas abría la boca extasiada una de las chicas me la cerraba con un bombón. Imagínense todos los días, casi media hora comiendo y paladeando todas esas delicias, hasta que me llamaba el cocinero avisándome que ya tenía lista mi vianda. Y me iba a mi casa llevándome todo ese olor a chocolate en mi boca, en mi nariz, en mi pelo, en mi ropa....y ya deseando volver al otro día . Estaba flaquísima, pura patita, porque claro después no almorzaba nada : “Esta chica no me come nada” decía mi mamá, mientras que mi pancita burbujeaba feliz .

            Yo acuso a la fábrica Bonafide de haberme convertido en una adicta . Mi madre cuando cobraba la quincena, como le hacían un descuento , traía siempre una caja de papel plateado con el logo de los tres Reyes Magos siguiendo estrella la estrella de Belén. Adentro de esas cajas venía chocolate en rama o tabletas grandes y gruesas que parecían pequeños portones de madera. Todavía hoy me emociona el estómago pasar por una de esas viejas casas que tienen esos portones.

            En mis más de 70 años he consumido toneladas de chocolate que me han costado perder la vesícula ( pobrecita, murió en el intento de sobrevivir) , He escondido chocolate de mis hijos, o se los he robado Me he levantado a las 2 de la mañana a vaciar la puerta de la heladera buscando un trocito o alguna miguita marrón ...( me he llevado cada chasco escupiendo algo amargo...)

            Sí, la fábrica Bonafide es la culpable de mi adicción .....

            ¡Vos estás loca.!

 

 

El viaje a la  estancia

 

La promoción fue muy buena. Un inolvidable día en una “Estancia Argentina”, con gauchos auténticos, asado y empanadas, fiesta criolla, jineteadas, paseos en sulky por toda la estancia; frondosa arboleda, animales propios del campo argentino, en fin, toda una promesa.

            Sí, efectivamente, el día fue inolvidable. El micro que carecía de baño y bar, tenía por chofer a una persona que no tenía ni la más remota idea donde quedaba nuestro destino. Cada tanto giraba sin previo aviso a la izquierda y cruzando la ruta se bajaba y preguntaba en algún puesto de verdulería o alguna panadería que camino tenía que tomar para llegar a Pilarica. A todo esto en cada parada que por lo menos fueron cinco, Elsa a la vez le preguntaba por que no había traído el los planos del Filcar. Imagínense a cuarenta jubiladas agarradas de los asientos conteniendo las ganas de hacer pis en cada uno de esos giros violentos.

            Al fin arribamos a las doce y media , calculando que habíamos salido a las 8 y que Pilarica quedaba a 45 kilómetros, realmente fue toda una hazaña que no inundáramos el micro.

            Después de pasar una pomposa arcada adonde se leía el nombre de la estancia, llegamos. Ya estábamos levantando los traseros del asiento cuando se abrió la puerta del micro y subió un gaucho, pero, ¡Dios mío! No era un gaucho cualquiera, era. EL GAUCHO, un metro noventa , mas o menos 55 años, bombachas negras, botas relucientes, camisa de seda importada y rastra de oro y plata. Con gesto galante se sacó el sombrero y saludó a las cuarenta boquiabiertas mujeres que hasta se olvidaron en ese momento de preguntar por donde quedaba el baño.

              Luego de darnos una calurosa bienvenida y de ayudarnos a bajar una por una dándonos una firme y cálida mano, nos reunió a su alrededor y empezó a ponderarnos su estancia pues él era el dueño. Recién cuando nos llevaron a las mesas tendidas bajo los frondosos eucaliptos y nos sirvieron empanadas y vino, recordamos nuestras urgencias y salimos disparadas a hacer las colas pertinentes.

              Habiendo sacado lo molesto y puesto lo jugoso y agradable en nuestro organismo comenzamos la ronda por la estancia codeándonos para estar mas cerca de nuestro guía gaucho que usaba una colonia de esas que en las propagandas matan a las chicas. Volaban los flashes y todas nos sacábamos fotos abrazadas al monumento viril que sabía por supuesto su negocio. Poca bolilla le dimos a las muestras de una vida campesina de otras épocas, todas éramos de otras épocas y conocíamos aquello y desde ya hasta lo podíamos criticar. Dominga le susurro al oído de Rita –Ves eso que dice mortero, mi suegra lo usaba debajo de las patas de los catres de los cajones de la bóveda de la familia --. Elsa, cuando no, le preguntó adónde estaba el hierro con la marca de la familia, porque entre los mates cachados y fotos de visitantes japoneses que atestaban los viejos aparadores y trinchantes no lo encontraba, el gaucho la fulminó con la mirada y siguió con su discurso sobre su historia familiar. Lilita se conformó con preguntarle si era casado, no, por supuesto, era viudo, los cuchicheos subieron de tono y entre risitas contenidas nos dieron al fin el esperado asado que estaba riquísimo con varias ensaladas mechadas con la venta de rifas de un lechón, postre de ensalada de frutas y oferta de venta de dulce de leche y empanadas para llevar a casa, más oferta de nueces baratísimas , más ...etc...etc.

               En fin, aparte del galán gauchesco, vimos ocho vacas, cinco corderos, algunas gallinas batarazas ah... y también vimos una gata corriendo con sus seis gatitos detrás.

               Dimos una vuelta en sulky, seis cuadras ida y seis cuadras vuelta, yo creo que era el perímetro de la estancia.

               Luego mate cocido con pastelitos que también podíamos comprar para llevar a casa.

               Y así terminó el viaje a la estancia. Casi me olvido, en medio de la música que resultó un rock moderno tocado en un pasacaset puesto en el borde de un aljibe simulado apareció Don Gaucho con toda su pinta sobre un hermoso caballo y se acercó a cada una de nosotras. El hombre por supuesto conocía su negocio.

              ¿ Y quién se sacó el lechón ?

              Justo la pava de Elsa a la que le daba asco solo mirarlo.

 

 

 

 

                         Las Vacaciones

 

            Que pocas visitas vinieron hoy. Debe ser porque es época de vacaciones.

            A mi que me importa, yo nunca tengo visitas.

            No seas mala, mirá como está la Mary, no tuvo ninguna visita..

            A mi tampoco me vinieron a ver , no le importo a nadie....

             Uy Dios , ya empezó la llorona .

            Callate mala!  Vení Mati contate algo que distraiga a estas lloronas.

            Se acuerdan chicas de la película “En una pequeña carpa un gran amor”? Pues yo diría : en una pequeña carpa mucho trabajo.

 

            Los chicos quieren ir de vacaciones en carpa, el padre “chocho” y una, la resignada de siempre hace “sí” con la cabeza.

            Se arma el coche con todos los bártulos, lo que no entra se lo pone en el techo (pobre auto). Los chicos cantan a gritos todo el viaje, a una le duele la cabeza, nos ofrecen una aspirina y siguen los gritos. Se busca un buen lugar, tiene que estar a por lo menos 20 cuadras de la civilización así se hace mas difícil conseguir agua potable. Se arma la carpa (se olvidaron traer la pala), improvisan una con unas herramientas del coche y ya instalaron esos palitos que van en la tierra y que sostienen con unas sogas la carpa. Este año consiguieron una antecarpa para que cuando llueva no te mojes al salir por lo menos en unos 20 centímetros. Cuando está lista te la muestran orgullosos y una piensa espantada: en esta cucha voy a tener que vivir durante 15 días? Y no es solo dormir en colchonetas en el piso, que hay que levantar durante el día sino, caminar, juntar ropa , juguetes, cocinar lavar platos etc..etc.. : agachada . Llegás a la noche con la cintura partida. Aunque te hacen caminar también: a hacer las compras de la comida, a la playa, a juntar almejas (falta la pala, a romperse las uñas), a limpiar luego los berberechos, que son así de chiquititos, y cuando están listos, como se te dio por cocinar al aire libre en la cocinita portátil, a ésta se le dá en un golpe de viento por prender las hojas secas de eucaliptus del suelo, y vos ves como el fuego va avanzando hacia las ruedas del auto, y en ese momento dejás de estar paralizada, entrás en acción y como una autómata, a falta de otro elemento, tomás la cacerola con los exquisitos berberechos y apagas con ellos el fuego.

         Y las noches de tormenta cuando los relámpagos iluminan el interior de la carpa y una duerme con los brazos en cruz , con la cabeza del marido roncando en un hombro y el hijo mas chico, un bendito, en el otro. Una no puede dormir, no sabe en que momento la furia del viento se llevará toda esta lona atada con piolines, y solo queda, en la luz de cada relámpago calcular cuando, la arañita que está bajando del techo balanceándose en su tela, nos va a tocar la nariz.

            Y la vuelta!... Hay que poner en marcha el motor que estuvo 15 días sin andar, pero primero hay que retirar un nido de pájaros debajo del capó. Milagro! arranca y anda perfecto, llegamos a Dolores y allí estacionamos entre grandes micros. Uno de los nenes dice “Mamá mirá la araña que salió de nuestro auto, es enorme!”. Con los ojos como platos vemos como esa gran araña negra sube a saltitos al interior del micro que está a nuestra izquierda, por suerte todo el pasaje ya estaba en el comedor del parador. Y ahí empieza la película. Un grito y un chofer espantado baja blandiendo ese palo que usan para probar el aire de las gomas, persiguiendo a la araña que baja del micro y pasando por los neumáticos se mete dentro del portaequipajes que tiene abierta la puerta. Allí perdemos el interés sobre el chofer, la araña y las valijas, y nos vamos a comer.

            Solo nos queda el recuerdo de que esa araña tipo pollito fue nuestra compañera de viaje durante más de 200 Kilómetros.

publicado por robotina8 a las 18:35 · 6 Comentarios  ·  Recomendar
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Comentarios (6) ·  Enviar comentario
ME ENCANTÓ !!! Sigo leyendo ....
publicado por María Kunszt, el 07.11.2009 15:43
Bueno con respecto a este cuento, que es el primero que leo, de tantos otros que hay, este mismo me hizo acordar de un viaje que tuve con mis padres y mi hermana cuando habiamos ido a la laguna de lobos, buenos aires, argentina.
Todas vacaciones que uno tenga, todo puede pasar...
aprovecha el hoy y no mires para atras, mas haya de lo que pueda o no suceder, hay recuerdos que no olvidas nunca !

Saludos !
publicado por Lionel, el 22.11.2009 15:05
JA...JA...JA... Me enamoré del gaucho . Adonde queda su estancia ??
publicado por Mary, el 30.11.2009 15:01
Que dulce recuerdo el de la madre bombonera. Si mi madre hubiese trabajado en una fábrica de chocolates hoy en lugar de caminar rodaría como una enorme bola de puro gorda !!!!
publicado por July, el 09.12.2009 23:41
MUY BIEN !!! Bravo por la abuelita ajedrecista , justo a ella le van a hacer comentarios machistas !!! Y eso de cambiar el centro de jubilados por clases de computación , está buenísimo.
publicado por Gizella, el 10.12.2009 20:10
Que recuedos... Nosotros también íbamos de veraneo en carpa y lo disfrutamos mucho, ahora pienso si le pasaba lo mismo a mi mamá, pobre, siempre estaba cansada para ir a la playa. Gracias por los recuerdos que son inolvidables.
publicado por Pergrino, el 11.12.2009 16:04
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