Cuento de una abuela del siglo veintiuno
HABÍA UNA VEZ
Había una vez un chico llamado Lionel que era algo travieso, bueno, no demasiado travieso, lo normal en un chico sano. Era algo solitario también, no tenía amigos porque lo consideraban demasiado fantasioso en sus travesuras, fantasías que los otros no entendían.
Ese día estaba especialmente triste y muy solo. Claro lo acompañaban sus fantasías de siempre. Pero hoy todas ellas no le alcanzaban para mitigar su tristeza. Cristian su amigo del alma le comentó que se mudaban dentro de pocos días a Córdoba. Era el único que lo comprendía y lo acompañaba en sus travesuras. Para colmo esta mañana Papá y Mamá se pelearon muy, pero muy fuerte, todo por culpa de las fiestas navideñas. Que vamos a lo de tus padres otra vez y cuando a lo de los míos...!
Lo mismo todos los años. ¿Para eso está la Navidad ?. Estaba aburrido, no sabía en que ocupar su valioso tiempo. Sí, su tiempo era muy valioso porque podría usarlo para inventar algo maravilloso, él sabía que adentro de su cabeza había grandes ideas pero no terminaba de entender cómo llevarlas a cabo.
Prendió la computadora y entró en Internet . Llegaba la Navidad y todos estaban llenos de buenos deseos. El también tenía que tener buenos deseos, pero a quién le pediría éstos para que se cumplan...?
Pensó y pensó....
¡Ya está ...! w.w.w. y ahora a quién se dirige... A Dios! ¿Y cómo se entra a Dios? Dios está en los cielos...A ver así : w.w.w.cielo... ojo que no es ni .com ni .gov . Es : w.w.w.cielo.amor ¿y el país?
De pronto vio todo claro, así debía ser: w.w.w.cielo.amor.univ pues se trata del universo.
Entró estos datos en la computadora y esperó sin muchas esperanzas. La compu comenzó su trabajo, se veía que buscaba adonde ubicarse, por lo menos no lo rechazó de entrada. Estaba tardando mucho, hacía los ruiditos característicos de la búsqueda, la columnita azul se llenaba una y otra vez, seguía la búsqueda. Los ruiditos se empezaron a transformar en una suave melodía que lo empezó a adormecer. El tiempo pasaba muy suavemente y como entre sueños vio iluminarse la pantalla con un reflejo celeste y cuando de este reflejo asomó una plumita blanca pegó tal respingo que por poco se cae de su silla. Atónito y con la boca abierta vio que detrás de esa plumita venían más plumas, tantas que formaron una ala , pero no era un pájaro, lo sabía antes de verlo, sabía que no era un pájaro... no... porque detrás del ala asomó la pícara carita de un ángel que le preguntó : ¿Me llamabas a mí , Lionel?
